domingo, 11 de agosto de 2013

me dicen gorda y fea



Este post va a estar bastante fuertecito, sobre todo si eres gordita y te va mal con los hombres… Y es fuerte para mí, porque yo también soy una de esas “gorditas”. Si no crees soportar la cruda realidad combinada con algunas palabras altisonantes, te recomiendo que no sigas leyendo. Se necesita actitud para leer este post.
El sábado fui a ver una obra de teatro que me dejó en súper shock! Se llama Gorda, de Neil Labute y se presenta en el teatro Fernando Soler del Centro Teatral Manolo Fábregas. Muy recomendable, pero debes ir preparada y con la mente muy muy abierta para escuchar lo que ahí se dice de las mujeres gordas y sobre todo, prepárate para recibir un duro golpe, aunque después te vayan “cayendo los veintes”.
La obra trata acerca de un hombre exitoso, guapo, atlético y simpático que se enamora perdidamente de una mujer bella, divertida, inteligente y con 30 kilos de más.
A Tomi en realidad no le importa el sobrepeso de Helena, de hecho le gusta su cuerpo y lo más importante: Se siente completamente feliz con ella, tienen muchas cosas en común. Comienzan una relación seria y a la par surgen críticas, habladurías y burlas de sus compañeros de trabajo. Nadie puede creer que Tomi, siendo tan guapo se haya enganchado con una gorda.
Por supuesto no les contaré el final, pero el punto importante es: Hasta dónde la presión social nos orilla (o a los hombres) a iniciar o mantener un romance con una persona que se sale de los estereotipos actuales?
Hoy en día, se ven muy pocas parejas “disparejas”, en la calle: el hombre delgado y la mujer gorda, o la chica sea muy alta y el hombre chaparrito, que uno sea extremadamente guapo y la otra muy muy fea, etc. Y si las llega a haber, la gente mira, hace algún comentario gracioso y terminan por reirse de la escena tan cómica.
Sé lo que están pensando:  Entonces, ¿no cuenta que tenga una cara bonita, sea exitosa, inteligente, comprensiva, tierna? Y la respuesta es: En la mayoría de los casos, no. Los hombres son 100% visuales, y dicen que se fijan en las chicas más delgaditas porque inconscientemente atraen su instinto de protección al parecerles indefensas y frágiles (Dicen!).
Ahora bien, lo que he podido observar es que los hombres tampoco son tan selectivos a la hora del sexo. Se podrían coger (ups!) a un elefante, pero no serían capaces de presentarlo ante sus amigos, familiares o colegas de trabajo, porque entre mejor culo (ups!) tenga la vieja, mayor será su estatus dentro del grupo y viceversa. Qué pena que un culo sea el parámetro para medir su hombría.
En otras palabras, desgraciadamente para las gorditas será relativamente fácil tener noches casuales de sexo o incluso una relación amorosa (dentro de cuatro paredes o lugares oscuros), pero sufrirá mucho para encontrar al príncipe azul que tanto sueña, porque él no podrá soportar la presión social y las burlas de la gente y preferirá no tener una relación formal con ella.
¡Ahí está la clave! Voilá!
La presión social se puede sentir de la misma manera si la pareja es “diferente”, es decir: no tiene un brazo, una pierna, un ojo, es negrito, viejo, homosexual, tiene tatuajes enormes, es barrendero, etc. A la sociedad le molesta tanto la gente diferente, precisamente porque los defectos de los demás, resaltan sus propias inseguridades.
Y una relfexión más: En el tema del sobrepeso, sólo las mujeres salimos mal libradas, porque un hombre gordito no tiene ningún problema en conseguir novia, en casarse o en estar asediado por varias mujeres guapas y delgadas. Una vez más salimos perdiendo.
La buena noticia es que las gorditas podemos bajar de peso, para recuperar nuestra autoestima, ponernos la ropa que tanto nos gustaría y de paso, tener a tantos hombres como se nos antoje, pero a la sociedad NUNCA se le saldrá la mierda de la cabeza y eso, amigas, hay que aprender a manejarlo, porque la gente siempre hablará, de una o de otra cosa, si no es de los kilitos de más, será de “pa’ cuándo la boda”, o cosas por el estilo.
¿Quedaron confundidas? Imagínense cómo estoy yo… Creo que ahora sí, descubrí a qué se debe mi mala suerte con los hombres. En fin…
Tomemos la decisión que más nos convenga:  Perdamos los kilos que nos sobran o dejemos de escuchar el “qué dirán” y sigamos felices con nuestro cuerpo. Es una decisión muy personal. Éxito en cualquiera que ésta sea.
Que tengan una linda semana, nos leemos el próximo lunes.
Muuuuuuuuuack!


1 comentarios:

krizty dijo...

woow me gusto mucho tu blog! realmente inetresante este tema, pues casualmente el tema de mi proyecto cientifico para el ultimo año de secundaria es " discriminacion social hacia la spersonas con sobre peso" me ayudo mucho este articulo, de verdad muy bueno! :)

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